Una mujer albina
caminaba despacio
bajo la nieve del invierno.
Llevaba un manto blanco
y un lobo negro y gris iba con ella.
Avanzó entre los árboles del bosque
para poder soñar un nuevo sueño.
Cantó un conjuro lleno de plegarias,
la canción de la luna en plenilunio
y descubrió los ciclos de su cuerpo.
Esperó la respuesta de los árboles
pero solo escuchó el rumor del viento.
Los sonidos del bosque
eran casi inaudibles.
El silencio del norte
se convirtió en enigma oculto entre la escarcha.
Los pájaros volaron rumbo al cielo,
hacia las nubes altas del crepúsculo
y con sus alas grandes
pusieron la corona
de reina de las nieves
a la mujer albina.
Ana Muela Sopeña
14 comentarios:
Belo o teu poema Ana!
A mulher albina e o lobo. Me encanta o lirismo do poema!
Estou vendo uma mulher bela, rainha do bosque e um lobo dócil e apaixonado rendido à beleza da rainha...
Beijos!
Imaginé a esa mujer nívea. Muy atrayente la puesta en escena.
Un abrazo
A veces, resulta difícil escuchar a los árboles en el silencio.
Hermoso poema, Ana.
Un beso.
Que bien haz descrito a esa
mujer de las nieves, te quedo
muy inspirado.
Besitos dulces
Siby
Entre lo albo y lo negro hay un abanico irisado. El lobo y la albina deberán intentar abrirse como él.
Siempre es un placer recibirte en mi espacio, Albino:
Un beso
Hola, Albada:
Gracias por tus palabras.
Un beso enorme
Así es, Carmela:
Un beso
Me alegra que te guste, Siby:
Un besito, amiga
Así es... los cuentos infantiles siempre son alegorías de otras realidades.
Un abrazo, Fackel
Hermoso poema, muy tierno, me gusto mucho.
Un abrazo Ana.
Gracias, Jorge:
Besos
La vida se expresa de todas maneras
su belleza se encuentra fundida en ese ver del poeta
que la viste de su color de nieve
pero que está viva...
Siempre debemos mirar la realidad con la capacidad de asombro.
Un beso
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