La luz dilata el alma de las cosas
por las calles que saben de la herida
de un tiempo consagrado a las miradas
en aceras desnudas.
Espacios de liturgia
de una danza en la sombra
que bebe las visiones
en portales de barrios de suburbios,
bajo la tiranía de tu piel.
En la noche el misterio
de un animal que atrapa lo invisible
en semáforos ámbar de lascivia.
Sobre los adoquines de las plazas
la transparencia exacta de las huellas
intentando enlazar
verbos y olvido...
Ana Muela Sopeña
18 comentarios:
ANA!
Muito belo o teu poema! Um doce fascínio!
Feliz noche. Besos!
Ana, nada queda en la huella de la noche, solo el intento prevalece.
Deseándote hayas pasado una gran velada por San Valentín, te dejo mi abrazo efusivo.
Cuantas huellas deja la vida, nosotros mismos,un momento de silencio y cariño.
Un abrazo Ana, deseo estés bien
A veces que esas huellas traspasan
la soledad del momento, un gusto
visitarte Ana linda.
Besitos dulces
Siby
Precioso caminar de noche en la urbe, con los semáforos en ámbar.
Un abrazo
Siempre es un placer recibirte en mi espacio, Albino.
Un beso
Muchas gracias, Cecily, por tus palabras:
Besos a montones
La vida deja huellas. En nuestra mano está saber qué hacer con ellas...
Un beso enorme
Me encanta que me visites, Siby:
Un beso
Sí. Bueno... los semáforos a la noche siguen funcionando con los tres colores. Nadie hay para cruzar las calles y hay pocos coches. Pero a mí me gusta obedecer a los semáforos.
Un beso
Se ve que la nocturnidad te sugiere, buscando entre ella un mínimo punto de luz; tal son así las horas de la vida.
Fackel.
Un paseo bajo la luz de los semáforos que embriaga la vida.
Un beso.
Las calles solitarias nocturnas me inspiran mucho, sí...
Gracias por tu visita, Fackel
Un abrazo
Así es, Carmela:
Un beso enorme, amiga
De noche la ciudad camina contigo, amiga...
Abrazo inmenso.
Me gusta lo que dices, Carlos:
Todos somos la ciudad de noche...
Un beso enorme
Cuanto susurra y nos transmite una ciudad desnuda en la noche...
Así es, Soco:
Los misterios de la ciudad dormida que son nuestros propios misterios en la soledad...
Un beso
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