Los sonidos del mundo
aparecen con luz contra las nubes.
La noche nos invade
en las horas abiertas a lo ínfimo.
Los coches a lo lejos,
los barcos en la ría...
mientras los edificios
definen los portales de la sombra.
El silencio de marzo
crece con las farolas
sobre aceras que aguardan al amor.
Semáforos del éter
en los huecos del tiempo sumergido
en la piel de los sueños.
Un transeúnte mudo y solitario
contempla escaparates
y avanza sigiloso entre los árboles.
Se sienta en algún banco del paseo
y mira las ventanas enigmáticas.
El asfalto conjura con la urbe
en la niebla que sabe de secretos.
Una agenda escondida
nos muestra los tentáculos
de la ciudad oculta...
Ana Muela Sopeña
14 comentarios:
La noche no es buena para los que deambulan a veces buscando donde hacer daño...
aunque otros pueden sentir es profundidad que nos lleva a laberintos del saber ...
un abrazo.
Tengas un bendecido Domingo de Ramos.
Que buen poema, Ana. La noche te inspira bien.
Un beso grande.
Qué soledad describe tu poema (y no es el único que toma esa dirección)
Gracias por tus palabras, Meulen:
Un beso
Me alegra que te guste, Carmela:
Un beso
Me gusta mucho adentrarme en la soledad de las ciudades nocturnas. Es un misterio. Símbolo de nuestra soledad más atávica.
Un beso
Gracias por venir...
Tus caminatas nocturnas detectando poesía entre las sombras son cosa seria, Ana.
Abrazo admirado hasta allá.
Gracias, Carlos:
Un beso enorme...
Precioso recorrido por las noches silenciosas, con ciudades como desiertos.
Un abrazo, y feliz semana
Muchas gracias por venir, Albada...
Un beso enorme
Versos que describen y hacen sentir perfectamente la urbe y su magia nocturna.
Un abrazo mi querida Ana, mucho cariño
Gracias por brindarme tus palabras, Jorge:
Un beso
ANA,
Muito bonito o teu poema!
Os tentáculos da noite são enormes e podem chegar bem longe,
onde o amor se esconde nas ruas solitárias...
Besos!
Gracias, Albino:
Sí... el amor se esconde en las calles solitarias.
Un beso enorme
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