El cementerio iba entre cenizas ondulando con piedras en estatuas más allá de la oscura sensación contenida en el vértigo del tiempo. La muerte se ocultaba entre las tumbas y entre las sepulturas familiares. Los panteones eran mausoleos de todos los instantes del pasado. El ángel negro estaba en los caminos y en las encrucijadas del silencio para avisar de todos los peligros en mitad del instinto protector. La música del aire no podía expresar la emoción de la desdicha y un pájaro de lluvia era testigo de la delicadeza de existir.
Ana Muela Sopeña
6 comentarios:
El texto es interesante, se te da bien una prosa entre descriptiva y poética que en un tema como el que tratas...Si tuvieras que escribirlo nuevamente, ¿cómo lo harías? Acuérdate de los Ejercicios de estilo de Queneau.
No conocía el libro "Ejercicios de estilo" de Queneau. Gracias por hacer referencia a él. Ya lo he descargado para leerlo y consultarlo. Parece muy interesante.
Gracias por venir...
Un beso
Inquietante e interesante poema con mucho significado, una profundidad genial amiga Ana, un abrazo
Ese cementerio contagia al aire y a la vida. Buena narración.
Un abrazo
Muchas gracias, Jorge:
Siempre es grata tu visita
Un beso enorme
Agradezco tu paso por este texto, Albada:
Un beso enorme
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