Ella se recostó sobre un diván
con una blusa abierta y una falda.
Él dibujó muy rápido las líneas del deseo
con lápiz blando y trazos casi etéreos,
el resto a carboncillo.
Ella iba respirando sin temor
por el hueco tan dulce
contenido en el alba de una rosa.
Él siguió dibujando sin pensar.
Las líneas iban solas,
se deslizaban firmes
por el papel tan blanco y sigiloso.
En mitad del espacio
una mirada...
A caballo entre el lápiz y la piel
el tiempo concedido a lo imposible...
Ana Muela Sopeña
8 comentarios:
Una complicidad que es puro arte, entre el intercambio de miradas cada trazo y la belleza reflejada en arte.
Bellas palabras Ana, muy linda la mujer de la imagen.
Un abrazo amiga
Esa musa, qué bella manera de acercar pintor y mujer. Muy tierna escritura, delicada, muy bonita
Un abrazo
Me alegra que te gusten estos vetsos.
La imagen la he quitado para buscar y postear algo más acorde con el poema...
Un beso enieme
Un placer saberte como lectora, Albada:
Un beso enorme
Exquisito. No sobra nada. Y lo que falte que lo ponga cada lector.
Me alegra que así percibas este poema. Sobrio y elegante lo he querido escribir...
Un abrazo
Una prueba más de tu extrema sensibilidad y destreza, Ana...
Abrazo agradecido, Poeta.
Gracias por tus palabras.
Un beso grande
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