Tu piel me lleva por crepúsculos
donde mi vientre arde como un púlsar.
Miro por la ventana
mientras tus ojos buscan mi secreto.
En el aire residen los enigmas
de tu mirada antigua como el mundo.
Cruje bajo mis pies
la hojarasca seca del otoño...
y nuestras manos ávidas de roces
desean, como dulce sortilegio,
detener la existencia
en el tiempo sin tiempo.
Se ven los edificios
de la ciudad amada.
Besos en los portales invisibles.
Abrazos junto a espejos
y un armario que guarda las memorias
de nuestras citas mágicas.
Respiramos el éter
en el umbral que inclina hacia el espacio
de las estrellas suaves y viajeras.
Ana Muela Sopeña
8 comentarios:
De alguna manera el tiempo se detiene (en realidad, parece detenerse) en el tiempo del amor. Pero la parada es efímera. Lo que se prolongan son los sentimientos y deseos antes de un encuentro o posteriormente a él (Casi siempre antes) Sensorial poema, divisor de tiempos, espacios y cuerpos.
Sentidos versos, Ana, plenos de poética delicada sensualidad...
Abrazo hasta allá.
ANA!
Muito belo!
A tua sensibilidade me tocou a alma!
Gostei muito. Um prazer.
Besos para ti!
Ese comulgar de cueroos, por toda la ciudad, y adentro, qué noche amorosa y celeste.
Un abrazo, y feliz finde
El tiempo sin tiempo es propio del amor y de la creación.
Un tiempo peculiar...
Un abrazo
Así la ciudad tiene más sentido. "Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes". Eso decía Lawrence Durrell.
Un abrazo,Carlos...
Muchas gracias, Albino:
Un placer tu visita
Un beso enorme
Siempre me alegra tu percepción de mis poemas, Albada:
Besos... muchos
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