viernes, 15 de octubre de 2021

OTOÑO A TRAVÉS DEL TERMÓMETRO


Doce de la noche.

El termómetro marca catorce grados.

El frío de la noche me recuerda que todo es temporal.

Cuando todo es oscuro

siento que la neblina es de otro mundo.

Se experimenta todo como efímero

y te liberas lentamente

de lo que ya no sirve.


Cinco de la madrugada.

El termómetro marca trece grados. 

Pronto amanecerá

y los sonidos suaves

de la madrugada silenciosa

darán paso a los ruidos incesantes

del tráfico y la gente atareada.


Diez de la mañana.

El termómetro marca catorce grados.

Los transeúntes marchan a sus cosas.

La prisa inunda todas las miradas.

El instinto del agua nos dirá 

dónde habita el olvido de los hombres.


Once de la mañana.

El termómetro marca quince grados.

Los bares están llenos. 

La pausa de las once es obligada.

No hay excusa posible

para no descansar unos minutos.


Doce del mediodía.

El termómetro marca dieciséis grados.

Se oyen las campanas 

de una iglesia sin nombre. 

Incluso un carillón

toca una melodía popular.


Una del mediodía.

El termómetro marca diecisiete grados.

El bullicio de calles y estaciones de metro

ha desplazado a esquinas despobladas.

Mujeres que regresan de la compra,

estudiantes con libros y carpetas.

Algunos rezagados

acudiendo al trabajo.


Dos del mediodía.

El termómetro marca dieciocho grados.

Movimiento que muestra la belleza

de las terrazas llenas.

Es hora de comer.

Menús de restaurantes.

Aperitivos en las barras.

Encuentros cotidianos con sonrisas...

y también los que vagan solitarios bebiendo sin control.


Seis de la tarde.

El termómetro marca diecisiete grados. 

La clepsidra se expande con sus luces y sombras mortecinas.

Poco a poco vendrá el atardecer

y la respiración de los que guardan

los misterios del tiempo en sus bolsillos.


Siete de la tarde.

El termómetro marca dieciséis grados.

El color de las nubes

anuncia ya el crepúsculo.

El enigma de todos los enigmas

que hace brillar al sol

en el horizonte de los sueños.


Nueve de la noche.

El termómetro marca quince grados.

La jornada se extingue poco a poco.

La ciudad se prepara para el sueño

y las aceras muestran la belleza

de la actividad casi invisible.

Un perro callejero ladra en la lejanía.

Los gatos se refugian tras los muros

y buscan el espíritu nocturno

que los proteja siempre del peligro.

Los secretos se van anestesiando,

vuelven a sus guaridas

y de nuevo comienza

el círculo infinito de las horas...




Ana Muela Sopeña


16 comentarios:

Frases Bonitas dijo...

Y cada hora va subiendo el termómetro. Me gusta como describes cada momento. Saludos

A.S. dijo...

ANA!
Muy belo o teu poema!
Vivemos submissos ao círculo infinito das horas!
Autómatos, de uma rotina comandada pelos ponteiros de um relógio.
Tudo se repete...tudo fomenta o tédio.
Precisamos quebrar as rotinas das horas,
viver o nosso tempo, livremente, sem ser comandado por uma máquina!
Precisamos fazer a revolução do tempo. Esmagar todos os relógios!

Muitos beijos!

Fackel dijo...

Oye, cronista poética, es el tiempo que no cesa...para las actividades humanas y cotidianas.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Frases bonitas.

Un placer...

Un beso

Ana Muela Sopeña dijo...

Sería estupendo, Albino, llegar a poner de manifiesto "el tiempo es arte".

Ahora rige otra visión. La cosmovisión de que "el tiempo es oro".

Gracias por tus palabras.

Un placer recibirte en mi espacio.

Un beso grande

Ana Muela Sopeña dijo...

El tiempo y la temperatura determinando nuestras acciones, Fackel.

Un beso
Gracias por venir

carlos perrotti dijo...

Original poema. A la par de los versos tu destreza descriptiva una crónica nos cuenta...

Abrazos y más abrazos, amiga.

Carmela dijo...

Me gusta como relatas el paso del tiempo en un día cualquiera, Ana y especialmente los finales de cada hora con ese toque tan personal e intimista de lo que sucede en cada hora.
Un beso grande.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Carlos.

Es un placer saberte como lector.

Un beso enorme

Ana Muela Sopeña dijo...

Hola, Carmela:

Gracias por venir y brindarme tus palabras.

Un beso enorme

Albada Dos dijo...

Son como Veroños, que tan pronto hace frío como parece que estemeos en verano

Por los paseos nocturnos, y por el otoño. Un abrazo

Ana Muela Sopeña dijo...

Tienes razón. Veroños. Palabra origunal.

Gracias por venir.

Un beso

Meulen dijo...

Un día lleno de movimiento...como la vida misma...

por aquí todo el día es impredecible, a veces sale algo de sol y aumenta la T y otras y muy rápido llueve y viene un viento helado, vivo cerca del mar y cordillera , así que el clima juega mucho por aquí

Abrazos.

Ana Muela Sopeña dijo...

Aunque pensemos que no nos influye la meteorología y la temperatura nos influyen... y mucho.

Gracias por venir. Cambios muy bruscos tenéis.

Un beso

soco luis fernandez dijo...


Interesante, Ana. Es posible que la idea de un poema se escribiría de distinta manera, con distintas temperaturas... no?

Abrazo, en el cerquita.

Ana Muela Sopeña dijo...

Es posible, sí.

Un fuerte abrazo, Sigo...