Llegó de las estrellas la adenina
para surcar los cielos en la noche
y sentir la belleza como un broche
enredado en la rama de una encina.
Planeó entre los hielos citosina
envuelta con papel de celofán
más allá de los límites que van
entre el paisaje blanco y una esquina.
Más tarde la guanina nos formó
con las luces y sombras del pasado
y la energía cuántica del sueño.
Al final la timina aterrizó
en un planeta azul abandonado
por un hechizo extraño con beleño.
Ana Muela Sopeña
6 comentarios:
Siempre me dejas asombrado de tus sonetos. De lo que preservan y ocultan. De las dimensiones más allá de sus formas. No cedamos un palmo en la vida. Volcanes o no, cada uno lo es a su manera. Como el espacio sideral, incluso desde nuestra pequeñez. Gracias por los significados.
Soneto estelar, Ana. Me quedo maravillado una vez más...
Abrazo hasta allá.
Gracias. Sí... los sonetos dicen y ocultan. Son como los caleidoscopios.
Agradezco tus palabras tan efusivas.
Un abrazo
Muchas gracias, Carlos, por venir.
Es un placer recibirte en mi espacio.
Un beso grande
sabemos apenas un ápice de gran creación...
Somos una nota de polvo en el Universo... Debemos reconocer que los misterios nos superan...
Un beso
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