martes, 22 de marzo de 2022

KIEV


Atrás la luz de la belleza de tus calles;

ahora en los escombros una sombra

amenaza llevarse para siempre 

la ilusión del futuro.


Atrás los niños que jugaban en columpios;

ahora, en los refugios,

se amparan en sus madres

porque sus padres deben defender 

la patria invadida.


Atrás el dulce acogimiento

de turistas contentos

que paseaban por tus plazas;

ahora las personas

se ocultan en los sótanos con pánico.


Atrás el suave transitar 

de las horas dormidas en la calma;

ahora es el estruendo 

de los bombardeos que no cesan, 

el sonido estrambótico 

de esta ciudad que grita

por la libertad amedrentada.


Atrás la música serena

de la orquesta Sinfónica de Kiev;

ahora solo suenan las alarmas

que anuncian, sin horarios,

la destrucción de todo...


Atrás el alma consagrada al infinito;

ahora no se ve el cielo estrellado

por el humo constante entre las ruinas.


Atrás la dicha

por la urbe alegre y lúdica;

ahora lo que impera 

es la desolación y la locura

que pretende extenderse por el mundo...



Ana Muela Sopeña

16 comentarios:

Fackel dijo...

Comparto ese tu atrás. En el pasado ha habido muchos atrás. De la destrucción habrá quien haga pingües beneficios. Me ha gustado tu reconocimiento a la ciudad víctima. La destrucción física implica a su vez la de la vida cotidiana, los usos y costumbres, o simplemente el respirar.

eli mendez dijo...

Ana querida, una poesia real y cruda , pero no tengo dudas que esos pueblos se levantan con la entereza que los caracteriza, a lo largo de la historia lamentablemente pueden considerarse muy sufridos y aun asi, tienen tanto por enseñarnos con su fortaleza. Besossssss y un gran dia para vos.

Ana Muela Sopeña dijo...

Efectivamente, Fackel, todavía peor es la destrucción de la vida cotidiana, de las personas, de sus ilusiones y eesperanzas. Un edificio de puede reconstruir. Un muerto ya no vuelve a la vida.

Un abrazo

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Eli:

Son ciudadanos fuertes, sí... pero ya están sufriendo demasiado.

Es siempre una alegría tu paso por mi espacio, Eli.

Un beso enorme

Albada Dos dijo...

Es tremendo, ese dolor que parece que quiera extenderse, la de niños que estarán sufriendo, sin entender nada.

Un abrazo, y feliz día, a pesar de la herida llamada Ucrania

Ana Muela Sopeña dijo...

Todas las guerras son terribles. Está nos toca muy de cerca porque estamos involucrados.

Terrible situación.

carlos perrotti dijo...

Verso que duelen... como duele que hayamos dejado sola a Ucrania y seamos meros espectadores.

Abrazo más que grande, Poeta.

Lyliam dijo...

Que difícil es perder a los que amas pero aún salvándose todos, que difícil saber que hay que empezar de cero, entre ruinas y el dolor de los muertos ajenos. Que tristeza tu poema Ana. Un abrazo poeta.

Ana Muela Sopeña dijo...

Duele, sí. Ucrania no está sola. Hay un montón de países que se han ofrecido a acoger a refugiados.


Un beso

Ana Muela Sopeña dijo...

Sí. Es muy triste. Ojalá no hubiera tenido que escribir este poema nunca.

Un beso enorme, Lyliam

Meulen dijo...

A veces no hay palabras que abarque el sentir de lo que es frente a un absurdo como es una guerra, lo torcido de sus razones, aún peor... Ni hablar de sus resultados y los que permanecemos impávidos debemos despertar... Estamos en una ruta que una mente oscura quiere conquistar... Ya lo ha hecho de muchas maneras y pocos se dan cuenta de ello...

Te dejo un abrazo.

Ana Muela Sopeña dijo...

Tienes razón. Despertar de hace necesario.

Ojalá la cordura de imponga...

Un beso enorme

Mar dijo...

Preciso y necesario este poema, Ana, en el que todo lo bueno va quedando atrás y por delante solo hay ruinas y desesperanza.
Te envío mi felicitación por este poema y un abrazo solidario.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Mar, por venir y brindarme tus palabras.

Estamos todos con el alma en vilo.

Un beso enorme

Helena Bonals dijo...

Té molta força aquest "atrás" reiteratiu.

Ana Muela Sopeña dijo...

Claro. El contraste del "antes" y el "después" intensifica la percepción del horror.

Un beso grande