El hombre del metro parecía un ente extraño de lo oscuro. En su espera siniestra se asemejaba a un buitre carmesí. Algo le hacía estar fuera del tiempo. En ese territorio de las sombras que pactan con los círculos de la necesidad y la locura. Lo miré fijamente pero no se dio cuenta. "Yo me bajo en la próxima estación", pensé para mí. Los minutos pasaron velozmente. El instinto latía en el cerebro. Cuando quise observarlo de nuevo, el hombre ya no estaba. Se había diluido en el enigma. En la transparencia del desastre.
Ana Muela Sopeña
12 comentarios:
Inquietante muy lograda prosa, Ana, para un cortometraje...
Abrazo hasta vos.
Nos dejaste en el suspense...
Prosa enigmática muy bien relatada.
Un beso, Ana.
Segui escribiendo pienso que te hace bien abrazo
Gracias. Un corto... no estaría mal.
Un beso enorme
Muchas gracias, Carmela:
Besos a montones
Gracias, Mucha:
Un beso grande
Ha sido un episodio tremendo, qué horror.
Un abrazo
El texto lo escribí antes de que ocurriera lo del metro de Nueva York.
Un beso grande
Fauna humana hay por todas partes. Nos encontramos con algún espécimen y nos sugestionamos, tú lo has llevado a una construcción de palabras, no solo de sensaciones.
Eso he intentado. Gracias por venir, Fackel.
Un abrazo grande
...Um, Ana... Ocurren a veces casos así, inexplicablles, eigmáticos... que te llevan a otros mundos flotantes...
Besos
Así es... cosas son lógica.
Un beso
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