miércoles, 11 de mayo de 2022

.


 

Autora: Alesia Kozik

2 comentarios:

Fackel dijo...

La luz del amanecer en la costa es especial. Cuando quiero estar solo de verdad busco la fortuna del alba. La arena fría, la música del oleaje, la espuma que besa mis pies, la luz que me protege, mis pasos lentos. Sensaciones que hablan del valor de un cuerpo. De todos los cuerpos: los terrestres y los celestes. Los anímicos y los orgánicos. De la luz y de los sonidos. De la manifestación aparente y de la onírica. Estar solo con la naturaleza y recuperar aquel comportamiento animista que, antes de que las ideas de ciertos hombres prendiesen sobre y contra otros, convirtieron la mirada de los hombres en sabiduría. Saber por distinguir, con sus atracciones y sus rechazos, con sus complicidades y sus miedos, con sus resistencias y sus perecimientos. Aquel hombre humano devino en un hombre oscuro de nuestro tiempo que necesita el alba.

Ana Muela Sopeña dijo...

Qué bello, Fackel:

Gracias por tus palabras