Sobre las ramas de un árbol dormido
he contemplado despacio un gorrión
que espera siempre seguir su visión,
para volar hacia un cielo sin nido.
Cuando la tarde parece acabada
solo el crepúsculo invita a soñar
con una luz en la sombra del mar,
dentro del círculo azul de la nada.
En los instantes que grita el dolor
habla el recuerdo, el instinto de arena,
que nunca oculta la magia del día.
Las hojas siempre se nutren de amor
mientras los árboles hacen de antena,
para entender algo más la utopía.
Ana Muela Sopeña
10 comentarios:
Un bonito soneto, con la naturaleza como protagonista. Me gustó.
Un abrazo
... la limpia y mágica belleza del soneto.
Con besos, Ana.
Suponiendo que la utopía sea inteligible.
Gran soneto, amiga, jalonado por versos inolvidables como "Volar hacia un cielo sin nido", por dar un ejemplo.
Abrazo hasta vos.
Gracias, Albada:
Besos a montones
Me alegra que te guste el soneto, Soco:
Un beso
Bueno... la utopía es siempre una ilusión, pero anima a la acción.
Un abrazo
Muchas gracias por tus palabras, Carlos.
Un beso enorme
"Cuando la tarde parece acabada/ solo el crepúsculo invita a soñar": i quins somnis no permet!
Me agrada mucho tu comentario, Helena:
Un beso
Publicar un comentario