En las calles pretendes que la luz
apague
tu soledad de hielo.
Vagas por las aceras sin un rumbo
en la respiración de cada hora.
Por las plazas no olvidas
todo lo que tus ojos de lobezno enjaulado
observan sin piedad.
Andas por las esquinas, con tus dudas,
regalando tu anillo de licántropo
a los seres anónimos,
en los parques anclados en la sombra.
Los recuerdos que animan tu existencia
se ocultan ciegamente
en la oscuridad de los portales.
En los suburbios amas la belleza
que te hace compensar el cruel maltrato
de los que no te entienden.
Avanzas por la niebla
de una ciudad que busca redención
en la disonancia cognitiva
de aquello que parece ser más libre,
aunque tan solo sea una impostura.
Cada paso que das es un peldaño
que te lleva al lugar
de la inocencia.
Reciclas la nostalgia
en la melancolía de los viernes;
para poder soñar con volver al inicio,
cuando todo eran mundos de pasión
en tu horizonte de sucesos...
Ana Muela Sopeña
6 comentarios:
Ante una crisis personal el peligro son las dentelladas, a otros o a uno mismo, pues la contradicción con el anhelo de recuperar la inocencia es insalvable.
Así es, Fackel:
Gracias por venir.
Un abrazo
Cada vez más introspectivas tus poéticas crónicas de madrugada, Ana. Ya un clásico son...
Muchas gracias, Carlos:
Me alegra que este poema te haya gustado.
Un beso
"Cada paso que das es un peldaño/ que te lleva al lugar/ de la inocencia": m'agrada molt aquesta paradoxa, que parla d'un progrés enrere. Tot el poema és molt ben construit, també.
Sí, el poema es una paradoja.
Un beso enorme, Helena
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