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POEMAS DE ANA MUELA SOPEÑA
Te gusta sumergirte en una nube
mIentras miras la lluvia por las noches.
La Gata que deambula por tu barrio,
con Aros en las patas, es curiosa...
y por Nada del mundo ella se asusta
desde Ayer que es amiga de una estrella.
En esos Bancos solos de la tarde
un perro Enamorado de una estatua
ladra con Luz azul a los gorriones.
Por si pasa Irradiando sombra y piedra
ya no parece Altivo el Ángel negro
entre flores Huidas de su círculo,
más allá de las Lámparas del agua.
Ana Muela Sopeña
Besos de lluvia
en tu infancia perdida.
Memoria en niebla.
Abrazos de agua
mientras el viento duerme.
Presentimiento.
Ana Muela Sopeña
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PRESENTIMENTO
Bicos de choiva
na túa infancia perdida.
Memoria en néboa.
Abrazos de auga
mentres o vento dorme.
Presentimento.
Ana Muela Sopeña
Por el aire y por el viento
que se derrita lo malo,
que se disuelvan tristezas
ya que todo es un teatro.
Que los milagros del mundo
nos sorprendan con su halo,
que el instinto del placer
nos ayude a ser más cautos.
Por el agua de sus ríos
que todo sea belleza
que lo horrible no nos roce,
que nos bendiga la arena.
Que al alba nos despertemos
alegres, y en la quimera,
que al atardecer el viento
con su caricia nos meza.
Por la tierra de los bosques
que nos ampare la luna
con su cara sonrosada
y sus cráteres de bruma.
Que el barro del lodazal
nos permita ser de lluvia,
para comprender el tiempo
consagrado a la locura.
Que el fuego de las hogueras
sea nuestro talismán,
para soñar con la luz
filtrada por un cristal.
Que la arcaica tradición
de en la noche ser el mar
nos lleve por el misterio
de apartarnos del mal.
Fuera, sapos y culebras;
fuera, caimanes y ranas;
fuera, virus y bacterias;
fuera, pandemias y encierros.
Que esta queimada gallega
de aguardiente y de naranja,
de azúcar y de limón,
de café y de buena onda
ahuyente a malos espíritus
que se esconden en sus huecos
y en los caminos oscuros.
Que las meigas nos ayuden
a adivinar toda trampa
y podamos escapar
antes de que sea tarde.
Fuera, sapos y culebras;
fuera, caimanes y ranas;
fuera, virus y bacterias;
fuera, pandemias y encierros.
Que el hombre lobo no pueda
devorarnos en su sueño,
que sepamos protegernos
con lubicán de amuleto.
Que este conjuro ancestral
nos aleje de peligros,
con la pócima secreta
y un sortilegio de hechizo.
Que los nubeiros no puedan
causar tormentas de estragos,
que los cultivos persistan
con su ciclo, sin destrozos.
Fuera, sapos y culebras;
fuera, caimanes y ranas;
fuera, virus y bacterias;
fuera, pandemias y encierros.
Ana Muela Sopeña
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Esconxuro da queimada
Polo aire e polo vento
que se derrita o malo,
que se disolvan tristezas
xa que todo é un teatro.
Que os milagres do mundo
nos sorprendan co seu halo,
que o instinto do pracer
nos axude a ser máis cautos.
Pola auga de seus ríos
que todo sexa beleza
que o horrible non nos roce,
que nos bendiga a area.
Que á alba nos despertemos
alegres, e na quimera,
que á tardiña o vento
coa súa caricia nos meza.
Pola terra e polos bosques
que nos ampare a lúa
coa súa cara sonrosada
e os seus cráteres de bruma.
Que o barro do lameira
nos permita ser de choiva,
para comprender o tempo
consagrado á tolemia.
Que o lume das fogueiras
sexa o noso talismán,
para soñar coa luz
filtrada por un cristal.
Que a arcaica tradición
de en a noite ser o mar
lévenos polo misterio
de apartarnos do mal.
Fóra, sapos e culebras;
fóra, caimanes e ras;
fóra, virus e bacterias;
fóra, pandemias e peches.
Que esta queimada galega
de augardente e de laranxa,
de azucre e de limón,
de café e de boa onda
afaste a malos espíritos
que se esconden nos seus ocos
e nos camiños escuros.
Que as meigas nos axuden
a adiviñar toda trampa
e podamos escapar
antes de que sexa tarde.
Fóra, sapos e culebras;
fóra, caimanes e ras;
fóra, virus e bacterias;
fóra, pandemias e peches.
Que o home lobo non poida
devorarnos no seu soño,
que saibamos protexernos
con lubican de amuleto.
Que este esconxuro ancestral
afástenos de perigos,
coa pócima secreta,
sortilegio de feitizo.
Que os nubeiros non poidan
causar tormentas de estragos,
que os cultivos persistan
co seu ciclo, sen desfeitas.
Fóra, sapos e culebras;
fóra, caimanes e ras;
fóra, virus e bacterias;
fóra, pandemias e peches.
Ana Muela Sopeña
A Andrei Langa
Veo una flor
escondida en la piedra.
Renacimiento.
El tiempo de verano,
tejido de visiones.
Ana Muela Sopeña
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ASCUNSĂ IN PIATRĂ
Lui Andrei Langa
O floare crește
ascunsă în piatră.
Renaștere.
Timpul verii
brodat cu viziuni.
Trad. în română de Andrei Langa
Ana Muela Sopeña
Los días son muy largos.
La ensoñación habita en el ambiente.
Se acaban los colegios.
Las playas poco a poco van llenándose
de gente que se escapa del asfalto.
El tiempo se detiene en cada átomo,
en los árboles llenos de experiencias,
en los edificios soleados...
El paisaje respira en su quietud.
Hay enigmas anclados
en el estío perdido en la nostalgia.
Los ruidos de los coches a lo lejos
me recuerdan
la fugacidad de lo que existe.
Los relojes avanzan lentamente
en la melancolía de la tarde.
La plenitud del día
da paso gradualmente
a una luz cenital que ciega nuestros párpados.
Un instinto de niebla
nos lleva por las calles del silencio
hacia el misterio íntimo del ser.
A veces los secretos de la estación más cálida
quedan entrelazados con geranios
y algún mirlo escondido...
Ana Muela Sopeña
1
De pequeña me gustaba subirme a los árboles. Mis preferidos eran los cerezos.
2
Estuve, durante cinco años, interna en un colegio. Un día me escapé con una amiga a unos huertos prohibidos. Allí robamos fresas. Nos pillaron las monjas y fuimos castigadas a permanecer de rodillas frente a la pared, con los brazos en cruz, sosteniendo en cada mano un tomo de una enciclopedia. Menos mal que el castigo solo duró media hora.
3
Mi padre nos llevaba a coger moras a mi hermano y a mí. Era todo un ritual. Solo arrancábamos las que estaban totalmente maduras. En casa las lavábamos y secábamos. Mi madre las preparaba con azúcar para todos excepto para mi abuelo paterno que se las preparaba él mismo con vino tinto y azúcar. Estaban deliciosas.
4
Algunas veces acompañé a mi padre al monte para coger setas. Solo seleccionábamos los níscalos. Ya en casa, él les quitaba la tierra, los lavaba, los secaba y los cortaba en trocitos. Después los preparaba con una pizca de sal, estofándolos ligeramente en una sartén. Estaban deliciosos. Las mejores setas que he comido en mi vida.
Ana Muela Sopeña
La sombra nos protege del peligro,
por eso atesoramos las visiones
en un cofre de espejos.
Ana Muela Sopeña
Ondea en el silencio la belleza
Musitando en los bosques del ensueño.
Traen los vientos árboles, susurros
Atrapados en círculos de aire.
Renace la mañana con la luz,
En el tiempo que todo lo presagia.
Te llevo desde el sueño en un ritual:
Un amor sumergido en el secreto.
Testificas con flores de papel.
Traigo figuras blancas de origami
Al mundo cotidiano que navega
Reluciente en espejos de lo íntimo,
En reflejos de sombra.
Te elevo hacia las nubes sin demora
Una espiral de estrellas de neutrones
Rutilantes con átomos de quántum,
En nebulosas libres, sin heridas.
Murmullos en la niebla, sortilegios
Amados por relojes nunca vistos.
Meces en un columpio de cristal
Mirlos entrelazados con la magia.
Abrazas del temblor solo el instinto.
Anclas dentro de un cofre las palabras
Y sílabas que buscan el misterio.
Ululas por la noche como un búho.
Ríes entre las rosas con sigilo.
Guardas en los bolsillos los instantes
Y deslizas sin miedo los deseos
Amorosos de toda sanación.
Nadie conoce el código de arena
Al tiempo que las letras son de oro.
Pronombres escondidos en la tierra
Untan con su energía las fisuras.
Ñandús que se aparecen en visiones
Encuentran su regalo entre la bruma.
Pones dentro de grutas los obsequios.
Urdes la travesura con la alquimia
Sideral en la mente del poeta.
Te agrada ser de agua en la tormenta
Hasta que los relámpagos te alumbren.
Imaginas que todo es de obsidiana
Mientras miras la luna con sus cráteres.
Kilómetros de piedras bien ocultas,
Un rumor en la brisa que no calla.
Ralentizas el ritmo de los cirros,
Una penumbra suave te delata.
Sincronizas la música de Venus
O miras con fervor el horizonte.
Halagas con tu voz al universo,
A la vez te sumerges en el mar.
Ana Muela Sopeña
Bilbao es un infierno, como un horno. El calor es inmenso, alucinante. No he conocido antes otro igual. Ayer marcaba el termómetro central de la calle Buenos Aires 48 grados. Ya casi no se puede respirar. Veo a los transeúntes con su botella de agua avanzar quietamente hacia lugares frescos. Parece que el cerebro se licua al dispararse este fuego voraz en el ambiente. Ahora precisamos de la lluvia y que descienda este bochorno tan cargante. Nos pesa esta "ola de calor" que es tan solo el preludio de aquello que vendrá en los meses de julio y de agosto.
Mientras vamos despacio caminando hacia ninguna parte, anhelamos el hielo en el café y una ducha bien fría para combatir la insolación.
Ana Muela Sopeña
Urania nos enlaza a la galaxia
que pulsa con la música de rosas,
más allá de la luz de nebulosas
en las cuevas del centro de la ataxia.
A veces nos parece que la apraxia
nos va a paralizar entre las cosas
que habitan en las calles con baldosas,
mas todo se transforma en ataraxia.
El ritmo imperturbable de planetas
nos conduce por rutas siderales
al umbral de frecuencias de lo cuántico.
Entonces divisamos los cometas
desde cuevas profundas, abisales,
y escuchamos las sílabas de un cántico.
Ana Muela Sopeña
Terpsícore nos habla con su danza
que inspira el gran momento de entereza
y genera anticuerpos sin bajeza
en la noche secreta, como alianza.
Es ella quien alienta la esperanza
de un futuro cargado de belleza
escondido entre arbustos y maleza,
eludiendo despacio la venganza.
Es en la oscuridad que la ceniza
oculta subrepticia el sentimiento
de todo lo perdido, abandonado.
La musa, cuando el frío paraliza,
nos invita a soñar el movimiento
y conseguir así el calor amado.
Ana Muela Sopeña
Talía se consagra con su luz
al misterio de todo lo bucólico
que sabe contener lo melancólico
y mirar las estrellas al trasluz.
En la noche camina un avestruz
con su porte sereno, algo simbólico,
en mitad del sendero de lo eólico
más allá de un oscuro tragaluz.
Esta musa nos insta a respirar
en mitad de las luchas de la vida,
para así resolver miles de enigmas.
Por eso ella conjuga el verbo amar
sin la opción de una amarga despedida
y la cura total de los estigmas.
Ana Muela Sopeña
Polimnia se entreteje con la historia
más allá de su lira y de su magia
aparece la luna que presagia
la verdad de su sombra en la memoria.
A veces se columpia en una noria,
entonces su sonrisa se contagia
en mitad de la luz y verborragia
entendiendo el instinto de la gloria.
Polimnia sabe ser la más bonita
en su carro divino de las diosas
que buscan la belleza de la ruta.
En ocasiones habla de Afrodita,
se oculta en los jardines con las rosas
que se esconden en huecos de una gruta.
Ana Muela Sopeña
Melpómene usa máscara y coturnos
para representar una tragedia
y distinguirse así de la comedia
mientras da sus paseos más nocturnos.
La musa se aparece a taciturnos
y a un noctámbulo solo que la asedia
en mitad de la noche e intermedia
entre ella y los que cambian sus dos turnos.
A veces nos invita a ir al teatro
para soñar con obras de otro tiempo
y aprender las lecciones de los clásicos.
Los actos suelen ser tan solo cuatro,
excepto cuando surge un contratiempo,
y el atrezzo se ciñe a enseres básicos.
Ana Muela Sopeña
Euterpe ama a los lobos sin heridas.
Mientras sueña que todo es un relato
escapa de la sangre y del maltrato
para recuperar las despedidas.
La musa envuelve todo con su velo
de mundos enlazados a la losa
que disuelven lo extraño con la rosa
adherida al instante de su cielo.
Euterpe es diligente con sus hijos,
sabe dónde se ocultan y hechizarlos
a través de palabras y rituales.
Juega con los silencios más prolijos,
para así seducirlos y amarrarlos
a las rutas de estrellas siderales.
Ana Muela Sopeña
Es Erato la musa del amor,
inspira poesía con su aliento
mientras toca su lira contra el viento
y abraza de la luz solo el temblor.
Le gusta de las flores el color
y sentir la belleza del momento
al tiempo que le atrapa el sentimiento,
para soñar despierta sin dolor.
Acuna el erotismo con sus nubes
que mecen en la piel el gran placer
para invitar al vino de la vida.
Acompaña a Cupido con querubes
y se columpia siempre al ofrecer
el néctar de dulzura que no olvida.
Ana Muela Sopeña
Clío remonta el vuelo en la intrahistoria
mientras abraza el mundo con amor
y dona su pasión por el color
atravesando campos de memoria.
Su fervor por los hechos de la historia
la lleva por los hitos del dolor,
para entender las causas del temor
mientras graba su fiel dedicatoria.
Una guitarra suave y elegante
adorna en la penumbra con su porte,
para inspirarle dulces melodías.
Esta musa es quizás la más galante,
por ello se dirige siempre al norte
y envuelve con su luz los mediodías.
Ana Muela Sopeña
Calíope nos muestra las hazañas
de los héroes que todo lo consiguen
a través de los sueños que persiguen,
para luego dormir en sus cabañas.
La musa en su aleteo de pestañas
induce a que los hombres investiguen
la belleza del orbe y que no instiguen
a esas absurdas guerras sin entrañas.
Calíope está siempre con un libro
para aprender de todo el universo
y así evitar batallas sin sentido.
Por ello cuando intuye que no vibro
con un detalle puro de algún verso
se cambia imperturbable de vestido.
Ana Muela Sopeña
A Helena Bonals
Cada libro es un largo laberinto hacia los espejos de la magia. En cada biblioteca hay un misterio lleno de la materia de los astros, envuelto en la ilusión del renacer. Los libros se revelan en la noche como durmientes dignos de respeto. Esperan en su limbo al lector pasional que los despierte del letargo. Cuando un lector comienza la aventura de leer una obra, el reino de ese título concreto retorna a la vida y se acerca sin miedo a la realidad intransferible de la fantasía más voraz.
Ana Muela Sopeña
Ya se acerca el solsticio de verano con sus hogueras llenas de color, en la noche más mágica del año. Me gustan los conjuros de defensa que se hacen desde un tiempo inmemorial, mientras se prepara la queimada. Ojalá que la vida cotidiana respondiera a estos mundos tan oníricos y trajera más luz que destrucción. El sol es ya muy fuerte y los grupos acuden cada fin de semana a innumerables playas. Me gusta esa alegría que se palpa en los paseos. La claridad anima a salir más. Los transeúntes poco a poco abandonan la ropa de abrigo y sueñan con quimeras que el verano impulsará, festivo, hacia ninguna parte. El estío será como un paréntesis dentro de la locura y de la prisa del resto de estaciones.
Ana Muela Sopeña
0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21
...
Shhhh...
Sí...
Llueve
despacio...
Entre los sueños,
al mirar el horizonte,
es la distancia de las nubes la belleza.
El instinto del aire se derrite en el agua al escuchar tu voz.
Ana Muela Sopeña
En la penumbra yacen nuestros besos
que cabalgan desnudos, sin heridas,
hacia el abismo último del mundo.
Más allá de la sombra está tu piel
que duerme ensimismada entre los sueños,
esperando mi roce clandestino.
En hoteles suicidas yo te aguardo,
sabiendo que el amor es solo bruma,
utopía y quimera de otro tiempo.
Hablamos de la lluvia...
Jugamos a extraviar
las palabras durmientes en la arena.
Todo me habla de ti,
mientras persigo el alma de las cosas.
Sobre la oscuridad de las aceras
habitan nuestros juegos en silencio
que avanzan sin temor, como testigos
de esta década extraña
envuelta en la locura de lo ínfimo.
Ana Muela Sopeña
A Hallie Hernández Alfaro
A veces la belleza es la tormentA.
Habitas en la esfera de ZaniaH
Al descubrir un mundo sin la piedrA.
Luces como una luna de cristaL.
Limas las asperezas de papeL,
Imaginas que todo es un rubÍ.
En mitad de los hielos ves la nubE.
Hablas de lo que importa con tu LilitH,
Enamoras al viento con tu duendE.
Resurges de lo oscuro siempre al suR.
Nadie sabe que duermes en un treN,
Amada por la brisa, en la mañanA.
Nunca pierdes la fe aunque haya vaivéN.
De todo lo que existe por la reD
Eliges lo que trae solo desplieguE.
Zahieres con tu luz y brindas paZ.
Alumbras el instinto de la heridA.
Levitas en tu viaje sideraL,
Fulminas con tu rayo del AleF,
Amas el territorio de la arenA.
Rompes cualquier hechizo con tu maR.
Organizas las horas con tu sellO.
Ana Muela Sopeña
Tu abrazo es protector como los árboles,
me lleva por la senda del silencio
y me atrapa en los círculos de luz
que iluminan mi piel con nebulosas.
Tus besos me seducen en las noches
abiertas a visiones de galaxias
que pueblan la mirada
de ciudades
inundadas de polvo de asteroides.
Tus latidos
son vibración oculta de los púlsares
que me recuerdan siempre
la explosión del Big Bang
en mitad de las nubes primigenias.
Respiras la belleza de estar vivo
en la inmensidad
de las constelaciones sin heridas.
Abrazamos el quántum del mutismo
en la danza consagrada
a la libertad de la conciencia.
Viajamos en crepúsculos
de evanescencia en el recuerdo
e iniciamos trayectos siderales,
para ensoñar frecuencias aún vírgenes
y descubrir esos mundos paralelos
que habitan nuestros sueños.
Ana Muela Sopeña
En el mar el crepúsculo es la magia,
eL sonido de un mundo de secretos.
A veces la belleza es como un sueño
aL esconder las líneas de relámpagos
en Murmullos y pájaros de lluvia
con Anillos de luna y de recuerdos.
El resplandor del agua nos hechiza,
eS un espejo ebrio hacia el pasado.
Irradiamos la luz de la nostalgia
y Nadie nos molesta con su sombra
de Música dormida en laberintos.
Con Ornamentos propios de la sangre
es la Raíz del alba la que observa,
desde Tu abecedario de pronombres
hasta lA inmersión pura en el océano,
para una Luminosa despedida.
Ana Muela Sopeña
Recuerdo la memoria de los lobos
dentro de la mirada de locura,
antes de que sintiera que la luna
era solo un refugio de los otros.
Atesoro el instinto, el viento sur,
más allá del dolor, desde la arena,
en mitad de la piel de una pantera
atemperada en mundos de grisú.
No olvido que hay un sol de medianoche,
esperando sin horas la incisión
de los dedos de hierro en la distancia.
De madrugada sueño con un bosque,
y diviso el espejo del amor
en una partitura con un aria.
Ana Muela Sopeña
Por la mañana
contemplo la ría,
disfruto de las nubes,
del silencio de los árboles.
En los relojes de las plazas
noto el tiempo que borra la herida
como si fuera solo un espejismo.
La neblina se diluye imperceptible
sobre la arena de la playa y sus secretos:
la belleza de un mundo aún por descubrir...
Las horas van atravesando los enigmas,
el instinto se hace eco de las piedras,
más allá de las calles y el bullicio.
Alzo suave mi copa de sueños
para brindar por una luz
que se refleja en los bancos
del muelle protector.
La sombra disuelve
lo que subyace
bajo los adoquines de otro tiempo...
Ana Muela Sopeña
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Ana Muela Sopeña
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Poemas de diversos autores recitados por Tomás Galindo