1
De pequeña me gustaba subirme a los árboles. Mis preferidos eran los cerezos.
2
Estuve, durante cinco años, interna en un colegio. Un día me escapé con una amiga a unos huertos prohibidos. Allí robamos fresas. Nos pillaron las monjas y fuimos castigadas a permanecer de rodillas frente a la pared, con los brazos en cruz, sosteniendo en cada mano un tomo de una enciclopedia. Menos mal que el castigo solo duró media hora.
3
Mi padre nos llevaba a coger moras a mi hermano y a mí. Era todo un ritual. Solo arrancábamos las que estaban totalmente maduras. En casa las lavábamos y secábamos. Mi madre las preparaba con azúcar para todos excepto para mi abuelo paterno que se las preparaba él mismo con vino tinto y azúcar. Estaban deliciosas.
4
Algunas veces acompañé a mi padre al monte para coger setas. Solo seleccionábamos los níscalos. Ya en casa, él les quitaba la tierra, los lavaba, los secaba y los cortaba en trocitos. Después los preparaba con una pizca de sal, estofándolos ligeramente en una sartén. Estaban deliciosos. Las mejores setas que he comido en mi vida.
Ana Muela Sopeña
10 comentarios:
Me gustan las setas, moras, y cerezas.
Nostálgicos poemas.
Un gran abrazo.
Preciosos recuerdos, salvo el internado, que también tendría instantes gozosos.
Un abrazo
Es que todo es muy rico.
Un abrazo, Amapola
Gracias, Albada:
Los castigos eran duros en el internado. La amistad con otras compañeras era entrañable y nos divertíamos mucho.
Un beso
Todos los recuerdos son entrañables querida Ana, aun los que parecen tremendos como aquellos de las monjas , que supongo vistos a la distancia de tantos años ya deben dibujar una sonrisa... todos absolutamente nos construyen y nos dejan unha caricia hermosa en el corazon.. Besossss y gracias por compartirlos
Gracias, Eli:
Quiero reivindicar aquí el valor de las pequeñas cosas.
No es lo mismo comer moras compradas en el superercado que cogerlas por ti mismo.
No es lo mismo comprar níscalos que pasar un día de monte recogiéndolos.
Es importante volver a conectarnos con lo esencial.
Gracias por venir, Eli
Un beso grande
Tu crónica me ha trasladado. Solo por las moras volvería a la infancia. Fui muy fiel a las moras, siempre comidas a pie de zarza, casi hasta el empacho.
Qué ricas las moras. Aquello no tenía precio.
De records com aquests jo en tinc molts! És que la infantesa és molt important en la vida d'una persona.
Sí, Helena, tienes toda la razón del mundo. Los recuerdos bonitos de la infancia y de la adolescencia son muy importantes. Nos hacen soñar y nos aportan energía.
Un beso enorme
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