En la penumbra yacen nuestros besos
que cabalgan desnudos, sin heridas,
hacia el abismo último del mundo.
Más allá de la sombra está tu piel
que duerme ensimismada entre los sueños,
esperando mi roce clandestino.
En hoteles suicidas yo te aguardo,
sabiendo que el amor es solo bruma,
utopía y quimera de otro tiempo.
Hablamos de la lluvia...
Jugamos a extraviar
las palabras durmientes en la arena.
Todo me habla de ti,
mientras persigo el alma de las cosas.
Sobre la oscuridad de las aceras
habitan nuestros juegos en silencio
que avanzan sin temor, como testigos
de esta década extraña
envuelta en la locura de lo ínfimo.
Ana Muela Sopeña
10 comentarios:
Toda lluvia nos interpela, nos habla de nosotros mismos...
Abrazo hasta vos, Poeta!!
Gracias, Carlos, por tus palabras.
Un beso enorme
Cómo sabe este poema a amores clandestinos...
El amor es siempre clandestino.
El amor es siempre recóndito; en ocasiones, clandestino.
Me gusta la lluvia, pero no en exceso...todo exceso es letal muchas veces ...y así como es tempestuoso el amorío , así a veces termina en torrentes crueles y amargos...es que no todo lo que nos deja la lluvia sabe a besos.
tal vez...
Me gusta la palabra recóndito.
Todo en su justa medida. Tienes razón. Hay pasiones que arrasan, como la lluvia.
Sobre "sabiendo que el amor es solo bruma,/ utopía y quimera de otro tiempo": penso que el que resta del dia sempre és important.
Interesante lo que dices, Helena:
Un beso
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