Talía se consagra con su luz
al misterio de todo lo bucólico
que sabe contener lo melancólico
y mirar las estrellas al trasluz.
En la noche camina un avestruz
con su porte sereno, algo simbólico,
en mitad del sendero de lo eólico
más allá de un oscuro tragaluz.
Esta musa nos insta a respirar
en mitad de las luchas de la vida,
para así resolver miles de enigmas.
Por eso ella conjuga el verbo amar
sin la opción de una amarga despedida
y la cura total de los estigmas.
Ana Muela Sopeña
2 comentarios:
Esta musa es protectora del arte de la ficción en escena. Contagia.
Sí... las musas contagian e inspiran. Solo hace falta captar su influjo...
Un abrazo
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