El estío transcurre lentamente. Los sentimientos vanos se diluyen en el calor altivo que nos mata y nos aporta vida, como una paradoja sin respuesta. Todo sucede siempre sin imprevistos raros. Hay una espera larga para que llegue el tiempo de la luz y así gozar de todos sus placeres. Después viene el enojo, porque el calor nos tiene derretidos. Recordamos la infancia con sus juegos. Las tardes asombrosas con amigos. Las salidas festivas a la playa, con toda la familia. Las imágenes vienen a la mente como un júbilo extraño. El tiempo interminable. Las noches con los grillos y cigarras. Los crepúsculos rojos, cargados de ilusión repleta de inocencia. Ahora no sabemos cómo hacer para encontrar al niño en las visiones y llenarlo de nuevo de pasión por un verano lleno de experiencias. Pero en quietud sabemos que lo bello de estos meses de sol ensimismado puede volver a ser nuestro aliciente.
Ana Muela Sopeña
8 comentarios:
Qué texto tan grato, tan bonito. En efecto, hoy no sabemos qué hacer para recuperar lo irrecuperable. Al menos ejercicios de recuerdos fugaces, que tienen su valor. Para mí, el de las sensaciones. Te felicito por la reflexión lograda.
Muchas gracias. Me alegra que te haya gustado este texto.
Un fuerte abrazo
El verano está para vivir a tope cuando el calor nos lo permite. Y sí,nunca olvidaremos aquellos veranos de la infancia donde la vida estaba toda por vivir y no veíamos el final de nada.
Precioso texto Ana,refrescante a pesar del clima.
Fuerte abrazo,poeta.
La nostalgia trae lo perdido... Otra gran inspiradora prosa, amiga.
Abrazo agradecido.
Gracias, Joaquín:
Me alegra que te guste este texto.
Un beso grande
Siempre es un placer verte entre mis letras, Carlos...
Un beso grande
L'estiu té molt d'encant, malgrat tot. La llibertat que et proporcionen les vacances no té preu, jo que sóc escriptora de vacances i de cap de setmana sobretot.
Todas las estaciones tienen su encanto...
Gracias, Helena, por venir...
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