Melancolía del estío
en las tardes amadas de la infancia.
Paseos solitarios
con la niebla que inunda entre las horas
los árboles cansados.
La languidez bosteza en el silencio
en el horizonte de la bruma.
Las nubes se parecen
a una visión diurna de lo desconocido.
Los colores regresan de la herida
y quedan somnolientos,
en el reloj de un mundo soterrado.
A veces el verano es trepidante,
otras veces discurre lentamente
y el tiempo se hace eterno...
Ana Muela Sopeña
14 comentarios:
Ya sabés lo que opino sobre tus crónicas y caminatas urbanas.. Son tan poéticamente inspiradoras...
Abrazo hasta vos, Ana
Me alegra que el poema te haya gustado.
Un beso grande
Hay tardes muy largas en verano, sobre todo cuando recordamos lo cortas que se hacían en la niñez.
Un abrazo
Si hacemos un montón de cosas el tiempo es corto. Si no hacemos casi nada (algo que me pasa a mí por estar cuidando a mi madre de 96 años) el tiempo es lento...
Un beso y gracias por venir...
Me quedé pensando en lo contrastada que es la vida, subjetivamente hablando. En la infancia las tardes de canícula del estío eran especialmente lentas y pesadas, con los movimientos limitados en muchas ocasiones. Por el contrario, de adultos la percepción del tiempo -y las tardes pueden seguir siendo pesadas y cálidas- está en las antípodas de nuestra niñez. Y así todo. Cambiante.
A la edad del pragmatismo de la vuelta de la vida uno concluye que el verano es lo que uno quiere que sea, me refiero en cuanto a pautas, formas y maneras de conducirnos. Me quedo con el lado estético más que con los fenómenos sociales, tan de masas que obnubilan la visión. Hay que buscar las horas, los lugares y las situaciones en que uno se reencuentre con lo natural del verano, sea en ciudad o en desierto. Abrazo.
Bello tu comentario, Fackel:
Gracias
Un abrazo
Siempre acertado en tus apreciaciones.
Un abrazo
"A veces el verano es trepidante,/ otras veces discurre lentamente/ y el tiempo se hace eterno...": molt bona descripció de l'estiu. Jo sóc molt casolana, no m'agrada gaire l'estrès de viatjar.
Gracias, Helena:
Quizás sea mejor viajar en primavera y en otoño. No solo por las temperaturas más moderadas sino por los precios.
Un beso grande
Bellos recuerdos bellamente contados,como siempre que vienen de tu pluma. Espos veranos de la infancia tan luminosos,tan gozados y an gozosos,son irrepetibles. Nunca más los veranos serán compo aquellos. Aún así,hay que intentar siempre disfrutarlos,incluso este exageradamente caluroso.
Abrazos Ana.
Gracias, Joaquín:
Yo prefiero la primavera y el otoño. Este intenso calor me agobia muchísimo.
Pero el verano también puede ser muy bello si te rodeas de la gente que quieres y estás en los lugares que deseas estar.
Un abrazo
Hay recuerdos y recuerdos
Y lo mejor son aquellos que nos dejan mensajes
De lo mejor que hemos vivido
Un abrazo
El verano suele traernos recuerdos de la infancia. De esas tardes con la familia o con los amigos que no terminaban nunca. La vivencia del tiempo sin tiempo...
Un beso
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