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POEMAS DE ANA MUELA SOPEÑA
El tiempo pasa,
la vida se renueva.
El árbol duerme.
Ana Muela Sopeña
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COPACUL DOARME
Timpul ne-ntrece,
viața reînflorește.
Copacul doarme.
Ana Muela Sopeña
Traducción al rumano de Andrei Langa
I
Luna de agosto
en la línea del cielo.
Inspiración.
II
Cuando camino sola por el muelle
percibo los secretos del crepúsculo,
en mitad de las horas sumergidas
en la elegancia suave de la tarde.
III
Sobre la arena
el pálpito del tiempo
entre las olas.
Horizontes velados
en la espuma del mar.
IV
Ciudad en fiestas,
los niños con sus globos.
Aste Nagusia.
V
Una gaviota vuela sobre el agua
investiga los peces silenciosos,
sigilosa se acerca hacia su presa.
VI
Cada mañana
el misterio en la niebla.
Sutil llovizna.
Avanzan los relojes
en la bruma escondida.
VII
Sonidos lúdicos
en la piedra de sombra.
Silencio sórdido.
VIII
Los gatos callejeros me fascinan.
Con las vibrisas captan el mutismo
del enigma cansado de los arboles.
IX
Al alba el sol
preside las jornadas.
Bullicio y risas.
Los niños en columpios,
toboganes sin tiempo.
Ana Muela Sopeña
El verano transcurre lentamente.
En medio del calor y la tormenta
saboreo un helado dulce y menta
y echo a volar sin miedo, suavemente.
Los sonidos disuelven la radiancia.
Mientras todo parece que es un sueño
me tomo una infusión en el ensueño
y regreso despacio hasta la infancia.
Respiro la belleza de los días...
Al tiempo que la luz se hace horizonte
la sombra del crepúsculo deslumbra.
Avanzo sigilosa por las vías
de un tren, por sus raíles, por el monte,
cuya visión es lienzo en la penumbra.
Ana Muela Sopeña
Contemplación del mundo en el crepúsculo, cuando todo se torna oscuridad. En esa luz hermosa de la tarde lo espectral se insinúa entre las sombras y la respiración sabe de amor al fondo del silencio compartido. La belleza se filtra por las nubes y el sonido del agua se hace nítido. Las horas se transforman en secretos que escondidos se abisman por los muelles. Contemplación de lúbricos paisajes a través de la niebla en la distancia, para soñar los sueños de la luna en una imprecisión que lleva al numen de los significados más ocultos. Los relojes se apiadan de la vida en ese tiempo abierto a lo borroso, cuando el día se vuelve una ilusión y los pasos constantes de la gente parecen un desfile de fantasmas.
Ana Muela Sopeña
A Manuel Martínez Barcia
3/11/1952 - 13/8/2015
Cicatrices de sueño te llevaron
por la luz del abismo.
La belleza de un mundo sin aristas
te deslizó
hacia el otro lado del espejo.
Todo se fue cayendo en lejanía
por los diccionarios de la niebla.
En mitad del trayecto
una alucinación fue tu destino.
Partiste hacia la nada
sin equipaje, listo para el vuelo
y te encontraste el todo
en la infinita grieta de la sombra.
Ana Muela Sopeña
Edulcoran la sombra los pronombres
y brota de tu espíritu el enigma.
Los adverbios persiguen redención,
se sumergen en campos de amapolas
al tiempo que tu luz busca la lluvia.
Hablan de ti los nombres de la luna
mientras todo parece una película.
En los sueños de mundos sin heridas
los adjetivos toman el poder
y rodean el círculo del sur.
Los artículos saben del silencio
encaramado a un árbol de palabras.
Las conjunciones pactan con los pájaros
que todo sea un reto misterioso.
Cuando el día despierta
el horizonte alberga algunos verbos,
para rehabilitar la esfera azul.
En las preposiciones hay un código:
amar entre las nubes el instinto.
Interjecciones llenas de secretos
hablan de creación inquebrantable.
Ana Muela Sopeña
I
La belleza se filtra por los árboles
en este mes de agosto caluroso.
II
El silencio resuena por las noches
con la melancolía de la bruma.
III
Mundos de arena
en la playa olvidada.
Sublimación.
IV
La caracola
mientras la espuma avanza.
Luz y recuerdos.
V
Contemplo un mirlo
que canta solitario.
Quietud al alba.
VI
La ola de calor es imparable,
nos convierte el verano en un suplicio.
VII
Horas perdidas
en el lúdico estío.
Respiración.
VIII
Tiempo sin tiempo,
veladas con amigos.
Complicidad.
Ana Muela Sopeña
Las sombras mortecinas de la noche
se reflejan plateadas en la ría.
Un misterioso ruido
atrapa los secretos
de los edificios en penumbra.
La soledad se pierde por los pórticos
y los soportales de los besos.
Las calles se parecen a la niebla
y ocultan en aceras
la suave transparencia
de la respiración de la ciudad.
El mutismo se abisma en la distancia,
mientras un gato solitario
se esconde bajo un coche de la lluvia.
El silencio disuelve las heridas
de los transeúntes maltratados.
El crepúsculo invita
a las horas amadas del subsueño.
Todo se hace pequeño
cuando lo oscuro inunda el horizonte.
Ana Muela Sopeña
Los lobos merodean por las puertas de las ciudades abisales. Allí se yerguen altivos mientras los licántropos amenazan con ser los propietarios de los edificios subterráneos. Una campana suena en la distancia. Es de una iglesia recóndita....pero nadie la escucha. Los sonidos se mezclan con los delirios de los coches y con los motores de los camiones visionarios. Los focos de un vehículo aparcado iluminan de pronto un muro oscuro. Allí se leen palabras sin sentido que cobran relevancia poco a poco. Un cazador dispara contra un lobo para defender a su ganado. Una mujer apunta con su arco a licántropos densos como en las pesadillas más terribles. En las casas los niños permanecen escondidos y se guarecen del peligro. Los lobos y licántropos amenazan con actos sanguinarios. Los humanos presentan una noche de insomnio. Deben hacer batidas por todos los rincones tenebrosos. La existencia de tantas alimañas obedece a la insólita prohibición de matarlas. Pero esa prohibición pronto caerá al tiempo que la música apocalíptica resuena en los suburbios que rodean los barrios periféricos de la urbe dormida por los efectos de las drogas en el agua potable. La gente muy despacio se despierta y defiende a los niños de los depredadores infernales que acechan en cada esquina del territorio urbano.
Ana Muela Sopeña
El estío progresa lentamente
esperando el crepúsculo
entre las nubes rosas de la tarde.
Un árbol que encontró su espacio lúdico
abraza de la vida su misterio
en mitad de la luz de la belleza,
frente al muelle que todo lo divisa.
En la sombra se observan los secretos
de la niebla que busca
la caligrafía de los sauces.
En el reloj del sueño
hay un camino interno, sin retorno,
que irradia evanescencia.
Ana Muela Sopeña
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