A veces la realidad supera a la ficción y las sombras inundan el camino. Parece que no se puede salir. Las puertas están cerradas, las ventanas no se abren, las luces no se encienden. Pero de pronto, en un chasquido de dedos, todo vuelve a latir con el ritmo que le es propio. Y descubrimos que lo infernal es una alucinación, un delirio. Que lo real es respirar y volverse a levantar. Para volar ligeros. Para caminar sin lastre. Para mirar sin límites. Para ascender sin vértigo por la escalera de la vida y seguir soñando, creando y amando.
Ana Muela Sopeña
6 comentarios:
Inspiradora y estimulante prosa, Ana. Para enmarcar y leer de vez en cuando...
Abrazo sin sombrero una vez más.
Gracias, Carlos:
Me alegra que te parezca estimulante para leer de vez en cuando...
Un beso grande, amigo
Lo que planteas es más el deseo que lo efectivo. Está bien anhelar, sin confundir que no se camina sobre anhelos sino sobre tierra pedregosa, incluidos descensos al Averno.
El deseo crea la realidad. La realidad crea el deseo. Es un círculo. Por supuesto, hay descensos al Averno.
Un beso
La resiliència no tothom la sap o pot utilitzar, se n'ha de ser de mena.
Cierto. No siempre se puede tener resiliencia...
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