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Las palabras nos unen
y nos llevan a mundos nunca vistos.
Habitamos las piedras sin hablar
en medio de aguaceros y de tumbas,
donde nada parece lo que es...
Los nombres nos demuestran que la vida
es un símbolo onírico:
una visión terrible de fracaso
o la interpretación de un baile-sueño.
Ana Muela Sopeña
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