*
Las palabras no dichas
se agitan en las ramas de los árboles
y presienten tormentas invisibles
en los desfiladeros de los lobos.
Los verbos pronunciados en la noche
se parecen a flechas primigenias
que rasgan los confines de la tierra
con su energía lúdica y precisa.
Ana Muela Sopeña
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