*
Nace un mundo de paz sobre la herida
que resuena en los campos de la muerte.
Para sobrevivir creamos suerte
y anclamos en la Tierra nueva vida.
Heredamos la luna en bienvenida
y tomamos la luz, antes inerte.
En medio de este caos podemos verte
como el gran perdedor de la partida.
Arrastramos la sangre entre la piel
y el llanto nos conmueve cada día
al tiempo que la sombra nos acecha.
Intentamos sentir horas de miel,
para permanecer en nuestra vía
y seguir respirando en esta fecha.
Ana Muela Sopeña
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