jueves, 26 de diciembre de 2013

TAN SÓLO UN DÍA MÁS

*
Invisible la anciana
se oculta en su habitáculo de niebla
y rompe cada día la penumbra
con su rutina gris entre pasillos.

Se levanta en la sombra de sus miedos
y desayuna siempre al mediodía
como si el mundo fuera un vals sin ritmo.

Después limpia la casa como un símbolo
y sale un cuarto de hora
a comprar la comida y el periódico.

Con la televisión acalla el pánico
y disfruta de voces
que le hacen recordar cuando era joven.

La tarde va pasando lentamente
y la noche se cierne sobre el hálito
de su cuerpo sensible
a la soledad más infinita.

Anochece en su túnel de silencio
y prepara la cena con desidia.

Observa quietamente
una silueta oscura en el salón
y se atemoriza con fantasmas
que invaden el portal del edificio.

Visiona una película famosa
y luego lee un libro
exorcizando la ansiedad
que le produce el hecho de la muerte.

Invisible en el nido
rememora su vida muy despacio
y cada noche pide suspirando
que los días se alarguen para siempre.

Se acuesta entre sollozos inaudibles
y pide al universo
tan sólo un día más...


Ana Muela Sopeña

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