domingo, 12 de julio de 2015

CÁLIZ

*
Me conecté a las cuerdas
que te ataban a historias
del pasado
y te ofrecí mi cáliz,
oculto entre las piedras y la lluvia.

Te brindé la belleza
en un andén vacío.

La orfandad del instante
nos convirtió en los cómplices de arena.

Habité la ciudad
gracias a tus abrazos y tus besos.

Ahora,
vago como fantasma
por las calles de humo.

Resido en bancos fríos
que protegen el himen de las hembras
abandonadas siempre sin palabras.

Vivo junto a las fuentes, las estatuas...
que solitarias duermen
el sueño de los lobos.

Observo la ciudad
que somnolienta busca en el misterio
de la estación más cruel.

Camino quietamente
en la oscuridad de los suburbios
y cedo mi nostalgia
a los habitantes de la noche.

Palpo las utopías, las quimeras,
al deambular por sueños
y alucinaciones de locura
en las plazas amadas por la niebla.

Me ligué a tu piel fría
y la fui calentando
con mi brisa de fuego.

Disfrutaste de mí,
custodiado por pájaros de agua.

De pronto,
nuestros lazos saltaron por los aires
como si temieras el apego.

Ahora, recoger los cristales
del espejo
y andar nuestros caminos...

Ello como si nunca
nos hubiéramos pertenecido.

El Big Bang primigenio
que nos unió al principio
ahora nos ha vuelto a separar...


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Helena Bonals dijo...

M'agrada tot el poema, i molt el final.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Helena, por venir y brindarme tus palabras.

Un beso
Ana