A veces me pregunto si los muertos
no son ya suficientes y los números
de personas masacradas en Ucrania
permitirán el diálogo templado
hasta llegar con éxito
a una solución civilizada.
O serán los señores de la guerra
los que se frotarán las manos
por tantos artilugios especiales,
para matar de modos imposibles
en el silencio extremo de la noche
o a la luz de jornadas infernales.
Parece que hay lecciones de la historia
que todavía están sin aprender
y el ser humano vuelve a los errores
que habitan en su código genético
como en un bucle abierto a la memoria.
Se hacen necesarias las palabras
de paz aunque se escuchen bombardeos,
para que nuestro mundo se libere
de un futuro aberrante con el pánico
de civiles huyendo
entre las ruinas
y así crear un tiempo venidero
de poblaciones llenas de esperanza.
Ana Muela Sopeña
6 comentarios:
Lo malo de esto es que Rusia no puede quedar por un pelagatos vencido, y Ucrania pide y piede y pide más y mejores armas.
Un abrazo
Dylaniano poema para testimoniar una vez más este tiempo demencial...
Abrazo sin sombrero.
Tu poemático escrito está cargado de buena intención y me gusta. Pero me hace pensar en nuestra ingenuidad.
Es un asunto complicado, Albada, como bien dices.
Un abrazo grande
Es un tiempo demencial. Tú lo has dicho, Carlos.
Un beso enorme
Tienes razón, Fackel:
Solo los ingenuos decimos "no a la guerra". Los que dirigen el mundo a nivel político, financiero, militar e incluso periodístico les va muy bien con los conflictos bélicos. Ganan poder, dinero y recursos, honores de guerra, capacidad para desinformar o silenciar lo que les parezca adecuado.
Al final... los que mueren son los civiles. Los militares mueren. Los ciudadanos de a pie sufrimos la inflación.
Los mandatarios y sus hijos no mueren. Al final es siempre lo mismo. Parece el eterno retorno.
Publicar un comentario