*
Y allí estaba ella
divinamente humanizada
en un desierto de flores níveas.
Bajo los senos alfombra de besos
tejida por hombres en agonía.
Junto a la boca un rictus apático
repleto de arrugas esquivas, hirientes.
La miré despacio
infinitud sus muslos,
los ojos lánguidos,
la figura etérea.
Comprendí su suplicio
y me dejé subyugar
como uno de tantos.
Ah! pero cómo gozaba
de su voz envolvente;
enredadera de opio
y pensamientos.
Y allí estaba ella
humanamente divinizada
con un espejo de hojas de nogal tierno.
Ana Muela Sopeña
*****
E ALI ESTAVA ELA
E ali ela estava,
divinamente humanizada,
num deserto de níveas flores.
Sob os seios, tapete de beijos,
tecido por homens em agonia.
Junto à boca um ricto apático,
repleto de rugas esquivas, ferinas.
Olhei-a devagar,
uma infinidade de coxas,
os olhos lânguidos
de uma figura etérea.
Compreendi seu suplício
e me deixei sujeitar como tantos outros.
Ah! mas, como me agradava
sua voz envolvente,
enredadeira de ópio
e pensamentos...
E ali estava ela,
humanamente divinizada,
com um espelho de folhas de nogueira tenra.
Ana Muela Sopeña
Traducción al portugués: Damião Cavalcanti
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2 comentarios:
Es un lujo de poema, Ana. Aunque cualquiera diría que he descubierto la pólvora, porque todos los tuyos lo son.
Un abrazo
Gracias, Ana, tocaya, por visitar mi blog y dejarme tus palabras de apoyo.
Mi cariño
Un beso
Ana
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