domingo, 29 de abril de 2018

MEDITACIÓN

*
La respiración se aquieta,
los pensamientos se apagan,
todo vuelve a ser vacío
en el tiempo primordial.
La luz se torna una esfera
seducida por las nubes,
en mitad de la tormenta
que nos lleva hacia la calma.

La luna escribe en la arena,
con vibración, las palabras
que parecen dulces ritos
sobre la sombra del mar.
Hay un árbol y una piedra
que se miran en un túnel,
sintiendo a veces la pena
oculta en un gran mandala.

El sol dibuja en estrellas
las nubes llenas de hadas
con sus bailes y sus nidos
que atraen todo como imán.
Hay caminos de belleza
que alcanzan siempre las cumbres.
En medio, la oscura tierra
protegida por las almas.

El planeta mira al sur
cuando las voces parecen
llegadas desde otro mundo
en el viento de la noche.
Todo es un sueño de agua
en la locura de azar
que busca sólo el color
adherido a la nostalgia.

En el horizonte azul
la extrañeza de la suerte
se exilia sólo en un búho
más allá de los pronombres.
El misterio de una estatua
aterriza como imán
en el alma de un crisol
enredado en la distancia.

Una fuga de grisú
y el pájaro de la muerte
ampara dentro del humo
los secretos de los cofres.
Los enigmas de un paraguas
saben sonidos de más
como puertas del candor
en imágenes de infancia.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

carlos perrotti dijo...

"La respiración se aquieta,
los pensamientos se apagan,
todo vuelve a ser vacío..."

Muchas veces he sentido que todo adquiere una forma, toma un color, perfecciona una voz propia e inigualable, se arropa de determinada personalidad y no otra... para oportunamente revelar su naturaleza de vacío.

Profundísimo poema, amiga. Gracias por escribirlo.

Abrazos y más abrazos.

Ana Muela Sopeña dijo...

Me alegra que este poema trabajado en octosílabos te haya gustado.

Un beso
Ana