*
Amado, yo soy tuya como loba
y tú eres mi sultán enfebrecido,
por eso yo te canto desde el nido
y tú tan sólo piensas en la alcoba.
Amado, no creas que soy tan boba
para que yo imagine que te has ido
a un territorio extraño e indebido
donde el tiempo real no te dé coba.
El instinto del agua me hace ardiente
como fuego de luz en la gran rosa
que sabe del amor y de la muerte.
Mi sombra de crepúsculo silente
se apacigua en la playa silenciosa
en nuestro espacio lúdico de suerte.
Ana Muela Sopeña
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