viernes, 3 de diciembre de 2010

UN PASEANTE SOLO

*
La noche se presenta silenciosa
entre las callejuelas de la urbe.

Las plazas con su pánico
derraman la belleza en el ambiente.

Un paseante solo
se mira en los espejos de la nada.

Contempla escaparates
y
en
el
reflejo
abierto
de
los
bares
recuerda que sus ojos no son suyos.
Se han hecho poco a poco entre los siglos
con prejuicios ocultos, con sobornos,
con voces que se fueron al abismo.

El hombre ya no sabe quién es él,
alienado se siente entre las cuerdas
de su vida pendiente de un perfume
o costumbres marcadas por horarios.

La ciudad se convierte en muchos úteros
que esperan el momento más atávico,
para devorar a los incautos.

La noche se diluye con las sombras
y se disuelve siempre cuando el alba
despunta entre los árboles.


Ana Muela Sopeña

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