*
Cuando me miras,
a través de la sombra melancólica,
me entrego a tu energía primitiva
como si todo fuera
un sueño de sonidos infinitos.
Cuando me rozas,
en la penumbra oscura de la tarde,
respiro en el espejo tu deseo
y te obsequio suspiros
anclados en el mar de la belleza.
Cuando me escuchas,
entrelazando el pulso con mis manos,
aguardo en bosquecillo de cerezos
el instinto ancestral
en los árboles llenos de silencio.
Cuando percibes
mi fragancia de lirios
me recorres entera con tus labios.
Cuando degustas
mis besos de lascivia
el reloj se detiene sobre arena,
en las playas utópicas
que compartimos en visiones.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Siempre es un gusto pasear en tu laberinto. Un poema que logra describirme esa pasión y entrega no solo del amor... tambien de la poesia.
Un abrazo.
Bismark, qué alegría saber de ti, amigo.
Me pasaré por tu espacio.
Un beso muy grande
Ana
Qué díficil es, a veces, expresar estos sentimientos, tan fuertes, tan desgarrados... qué fácil parecen en tus palabras, qué cercanos...suculento poema para saborearlo poco a poco. Un gran abrazo
Muchas gracias, Eva, por sentir cercano mi poema.
Un beso
Ana
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