*
Sombra del mundo
en lupanares rojos y exiliados,
con cálidas sonrisas de domingo.
La noche se presenta
con ese roce sórdido
de belleza dormida
en los ojos de Shaila.
La muchacha no quiere ya ejercer,
pero debe pagar a su captor,
un hombre que la trajo con engaños
desde Río Janeiro.
Sombra del alma
en todos esos gestos estudiados,
para sembrar lujuria
entre la piel tan fría.
Sombra de sombras
en el deseo abierto de un cliente.
Sombra sin mundo
por el asco de ella, aun con disfraz.
Sombra sin luz,
saliendo de una cárcel sin raíces.
Ana Muela Sopeña
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4 comentarios:
Un poema muy bueno y bello, sobre esta injusticia social...
Todo un place Ana
Te dejo un abrazo fuerte
Carlos Medina
Ana :
Esto es tan real que muerde
Un abrazo grande
Ross
Terribles destinos que pasan por delante de nuestros ojos, Carlos.
Un abrazo
Ana
Así es, Rossana. Una realidad que muerde y que es terrible.
Un abrazo
Ana
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