viernes, 5 de junio de 2009

AÑO OCHENTA Y UNO

*
A Eduardo Apodaca

Deambulo por las calles,
me acuerdo de la casa de Ollerías.

Allí siempre habitábamos en mundos
de poesía y música, ciclistas y películas.

Un Bilbao inundado de magia primigenia
se veía con pájaros, balcones,
desde aquella ventana.

Y un gorrión diminuto
solía reposar sobre el alféizar,
un poco despistado en su orfandad.

Desde que tú te fuiste
la ciudad ha cambiado de color.

Ahora es más oscura.

Pero sigo intentando que retorne
aquella primavera tan feliz
del año ochenta y uno.


Ana Muela Sopeña

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