martes, 9 de noviembre de 2010

DESDE GALAXIAS SOMBRA

*
Aquel hombre enhebraba su caos en soledad
desde galaxias sombra
anudadas al mundo.

En su reloj de arena vislumbraba los sueños
que le daban imágenes de belleza absoluta.

Rozó con sus dos manos la noche y sus entrañas
y ya no quiso ser un ciudadano medio.

Se comprometió a ser un licántropo fértil
en alcobas amadas, en lugares ocultos,
sobre la piel de pétalos
o en un volcán de nácar.

Aquel hombre deseaba
atrapar a la luna
con sus manos de piedra,
con su cuerpo de viento.

Indagaba en las causas de su desasosiego
y sólo un libro negro con tapas casi inertes
le reveló el secreto de las noches sin alba.

Aquel hombre inundaba
con su voz el desierto
y los jadeos luz eran rosas de lluvia,
para sentir la vida tejida con la muerte,
para sentir la muerte alucinando en frío.

Una mañana cálida
se lo llevó un espectro
al lugar de lo otro,
con invisibles horas que contenían códigos
de niebla detenida en los años de hielo,
en los años de escarcha.

Aquel hombre se fue
con esferas de bruma a un lugar en la brisa,
a un lugar de otro espacio,
para soñar sin tiempo con crepúsculos áureos.


Ana Muela Sopeña

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