....La joven en la sombra se miraba en los espejos áureos de las calles. Allí veía siempre su reflejo entre farolas en penumbra. Salía únicamente cuando nadie deambulaba por plazas y portales. Miraba fijamente las nubes detenidas en las horas. Jugaba con la lluvia y con la luna, mientras danzaba sola en el crepúsculo. Como espectro de luz anunciaba con su cuerpo transparente la llegada de nuevas estaciones. Un hombre la miró desde su coche y se prendó de ella. Vagaba casi loco para verla bailando entre los gatos, debajo de tejados y balcones, entre bancos de niebla y pájaros de exilio. Pero un día la joven se esfumó en el abanico del sueño más apátrida. Ya nunca se miró en los espejos y el hombre melancólico no pudo verla más en el enigma. Ahora él la busca en sus visiones nostálgico entre huellas y entre códigos, pero no pasa nada. La búsqueda es por siempre infructuosa...
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Ana Muela Sopeña
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