martes, 15 de abril de 2008

AMOR FINGIDO

*
Vagó por la ciudad,
desolado y sin nombre ni futuro,
se metió en antros sórdidos,
se emborrachó con vodka.
Terminó en una barra americana,
allí una chica rusa le hizo ojitos.
Se gastó dos mil euros en champán,
subió con una "nueva" al dormitorio.
Después llegó otra amiga,
lo dejaron desnudo de artificios.
Ellas se sonreían como cómplices.
Él pensó que eran ciertas
las caricias tan suaves.
Era un amor fingido y sin corazas,
se decía a sí mismo que era igual:
fuese un amor tangible o imaginario
se sentía contento en piel tan cálida.
La rubia le pidió todo el dinero,
la morena tarjetas con los códigos
y en medio del placer y lujurioso éxtasis
pudo ver a ladronas bajo amantes,
eso que la embriaguez no le dejaba
distinguir las serpientes de las musas.
Antes de que sintiera el gran olvido
de las alcantarillas, papeleras,
se marchó de aquel club con lucidez,
recordando Perséfones entre humo.
Deambuló por los parques,
estaciones de trenes, paradas de tranvías,
los jardines amados de la infancia.
La urbe con espectros era hembra
que le llevaba al útero del mundo,
por si en sus fauces líquidas hallaba
la meretriz divina que guiase
su caminata incierta por la vida.
Se acordó de Natasha, la bella del submundo,
y se sintió arrastrado a su perfume,
pero temió acabar sin huesos, roto,
en un contenedor de pilas, frío.
Regresó al antihogar, ebrio y helado,
se introdujo en su cama, sigiloso,
y allí estaba Natasha. Él nunca se enteró
si era un amor fingido o era un amor real.
Fuese un amor auténtico o con máscaras
se despertó feliz en su gran sueño.


Ana Muela Sopeña

No hay comentarios: