domingo, 13 de noviembre de 2011

ENCANTAMIENTOS DE LA DIOSA

*
A quien corresponda

La diosa poesía
lo eligió como amante y como víctima
de sus conjuros blancos de palabras.

En medio de la vida y de la muerte
el hombre ya no pudo resistirse
a los encantamientos de la diosa.

Como vestal del sueño,
se presentaba nívea por las noches
y le dictaba versos al oído.

A veces él quería liberarse,
pero su amor por ella era más fuerte
que el apego liviano hacia la vida.

Llegó un momento cumbre
en que el poeta quiso
zafarse de su abrazo y ser tan sólo
un hombre como todos,
pero no fue posible.

Ella fue pasional
y le hizo hechicerías
que ya sólo podían detenerse
con la locura o con la muerte.

La diosa poesía supo que él
escribiría sin límite.

En cada plenilunio
él tenía poemas para la diosa blanca.

Ella le sonreía y los anclaba
en estrellas del cielo con horquillas
de su cabello rubio.

La vida de este hombre ya no era
la vida de un solo hombre.

Era la vida de muchos
que encontraron la voz de las edades
en su pluma de verbos.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me quedo con la Edad de Poesía que a mi parte corresponde. Y en tu poema, un verso sin palabras, para la diosa blanca.


Un beso, meiga.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Manuel, me alegra verte por mi espacio y que este poema te haya gustado.

Un beso de meiga
Ana