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Las ráfagas del mundo le amedrentan
y construye con miedos una jaula
con muros y alambradas.
En la penumbra emite el canto lúbrico
con versos de silencio en la ecuación
que sabe de arquetipos y de márgenes,
como el pez abisal sabe de sombras.
Él reza su plegaria protectora
y una vestal desnuda lo hace suyo.
Esta mujer etérica es palabra
de poesía y ritmo
que danza con estrellas del Aleph.
Ana Muela Sopeña
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