RECORDAMOS UNA LUZ

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I

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Te saludo en el hueco de la carne, allí donde el vacío se torna una ilusión, más allá de la sombra y de la herida.

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II

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A veces recordamos una luz que nos lleva en ceguera por el mundo de la desolación y la venganza.

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III

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Hoy declaro que todo es sentimiento, incluso el cero de ese frío tan feroz que parece que viene a devorarnos.

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IV

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Me gustaría ser una crisálida y siempre transformarme. En los tiempos de guerra ser de agua, en los tiempos de paz sólo ser tierra.

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V

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Adoro la belleza que habita en las palabras creadoras. Adoro tus palabras creadoras. Adoro tus metáforas que salen del diccionario de la sangre y cabalgan abismos sin retorno.

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VI

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Espero que las horas me permitan ser una mariposa ataviada de espíritu burlón y así llegar hasta tu feudo, en el vértigo alado del destierro.

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VII

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Universos sin tiempo me contienen en las galaxias número. Allí las letras saben del Aleph y viajan por estrellas hacia el vórtice de la línea de un mundo inexistente.

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VIII

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Un mundo de pasiones delicadas se muestra entre las letras más atávicas, para soñar con árboles azules.

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IX

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La soledad no sabe del estatus, te agarra por la espalda, te voltea, te lleva a precipicios de la angustia, pero siempre te enseña que todo son ficciones ilusorias.

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X

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Aprendemos sufriendo, a través del dolor de la experiencia. Buscamos el placer y la armonía, pero el destino sabe - como un sable - mostrarnos sin vergüenza los pozos más oscuros de la vida.

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XI

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Un sueño entre la niebla me delata, con vírgenes del alba y me inspira en la lluvia de la noche.

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XII

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Permite que mi alma te redima de todos los momentos traicionados que habitan en tu espíritu de niño.

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Ana Muela Sopeña