martes, 14 de febrero de 2012

LA LUZ SIGUE SU RUMBO

*
La luz sigue su rumbo aunque aceche en lo oscuro lo terrible.
La hermandad de la sangre me defiende de todo.

Navego en el umbral de los adverbios,
donde la nada existe sin su manto.

Cuido la chimenea de mi casa y un tsunami me muerde
combativo con dientes de relámpago,
mientras la nube gira en el terror de labios moribundos.

Alguien me roba el vórtice donde la hiedra vive de recuerdos.

El silencio es mi tren,
compro un billete de ida y vuelta para la Vía Láctea.
Un cofre subterráneo me delata
con las manos sin guantes, en la arena.
Ingrávida percibo que la luna me roza con su vientre
en la iluminación de los fractales.

En la penumbra un túnel me rodea con su soga marcada por latidos.

Desciendo por vacíos que lloran muy despacio en su memoria
y los presagios de crisálidas llenan el aire con sus signos
de árboles desnudos como el mundo, en la avidez de jeroglíficos
que abren las páginas del barro en las letras ocultas.

Un cuaderno de sombra me espera respirando con siluetas
de muchos barcos en los sueños de los murmullos de la tarde,
mientras un lobo aúlla sumergido bajo la noche de las ánimas.

Sobre el cristal de la belleza: el reflejo del agua.


Ana Muela Sopeña

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