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La cicatriz no vuelve a lo invisible,
sencillamente sigue ahí.
Da igual que la rociemos con la sal
o que intentemos silenciarla
con las cenizas de la tarde.
La lluvia va lavando las heridas
en la inundación de los espejos.
Cuando pensamos que se ha ido,
que la fisura ya no está,
desafiante sigue ahí
y no sabemos cómo ahuyentarla.
Se erige como líder
de nuestros movimientos más sutiles.
Nos traiciona por la espalda
y no logramos reaccionar.
Sí, hay un pulso que nos lleva hacia la estrella,
pero también están los precipicios
que habitan en la sombra
y a medida que intentamos diluirlos se hacen más potentes.
En el cuerpo llevamos las memorias
de la sangre exiliada en la oscuridad de lo temido.
Ana Muela Sopeña
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2 comentarios:
Todo permanece en la memoria, por más que la renovemos con trucos. Solo cuando la memoria es ya un recuerdo dentro de la misma historia de los hombres, desaparecen las fisuras y se renuevan en otras vidas,ajenas a la nuestra.
Un saludo
http://visceral-genetticca.blogspot.com/
Gracias por tus palabras. Pasaré por tu espacio para leerte.
Dentro de nosotros habitan muchos mundos y muchas puertas se abren gracias a la insatisfacción que produce lo cotidiano. Lo cotidiano da paso al misterio. Allí nos encontramos con umbrales secretos que abren la percepción.
Un saludo
Ana
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