*
Vengo de otra galaxia
donde el encantamiento
asume que en el mundo
somos papiroflexias invertidas.
Los pétalos me hacen un tatuaje
en el vientre del miedo
y una belleza nítida
manifiesta palabras envolventes
en mitad de los círculos de los desposeídos.
Las claves del inicio
se parecen a nubes de papel
en ausencia de todos los presagios.
Me entretejo con transeúntes
y siento que los nadies
son compañeros de la luz.
Y ahora resulta que la nada
es parecida a zombis que descansan
viendo televisión desde su nido.
Camino por ciudades donde hay sombra
en aceras sumidas en nostalgia.
Me acerco a los umbrales del subsueño
en los supermercados de los títeres,
donde hay primas de riesgo que superan
el pánico del hambre y de la herida.
Yo soy una mujer
que espera del silencio una respuesta.
Vengo en misión de paz
a través de galaxias y de cuásares.
Los círculos del miedo
están desactivados en mi mente.
El don de profecía
me ha sido concedido por la fuerza
en un pequeño bosque.
A veces el instinto de la niebla
no sabe rescatar de los infiernos
lo que emerge
de un cuerpo
en su condenación
a la piel sumergida en simulacros.
Ana Muela Sopeña
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