*
En el bosque consagro mi voz propia
a los árboles dormidos.
Atravieso el umbral de los ensueños
y espero de la luz el rostro cóncavo,
en la música absurda de las cuevas.
Soy aullido de letras y de mundos
mientras el territorio de las sombras
se vacía de espectros minerales.
Cabalgo sobre líneas escondidas
y me oculto en tejados de la luna.
Me deslizo por valles
donde sólo conozco coordenadas
que emergen de la nieve.
Me entrego a las mareas
y beso entre dibujos el intento
que subyace en presagios encriptados.
En un tronco perdido:
los nombres del embrujo sideral
grabados con las flechas del amor.
Me despierto entre lluvia
y preparo las sílabas del mantra.
Ana Muela Sopeña
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