viernes, 22 de febrero de 2013

CANCIÓN ESTELAR

*
Alegría
al mirar a Mirzam y ver su luz
en medio de las sombras de la noche.

La belleza de Nunki nos subyuga
al tiempo que la vida es nuestra aliada.

Caleidoscopio abierto en Alpheratz
que nos trae la riqueza
de un eclipse infinito en la distancia.

La dicha de existir junto a Rukbat
nos permite abrazar el universo
en su danza de letras y sonidos.

Ilusiones con Difda y Fomalhaut
en las horas perdidas...

La fantasía plena
de ser los creadores de otro mundo
nos columpia en Antares.

Gracias,
por los milagros de Zaniah
que elevan nuestro ánimo hasta el cielo.

Un halo de misterio nos invita
a mirar en quietud a Unukalhai
y sentir que la bóveda celeste
es nuestra madre antigua y verdadera.

Irradiamos frecuencias estelares
desde nuestro adn
encriptado en sus cuatro nucleótidos.
Altair nos da el regalo de ser únicos
más allá de los códigos de barras.

El juego de ajedrez en nuestras células
y el baile de Alnilam en nuestra piel,
recordando el inicio del Big Bang.

Karaokes en galaxias muy lejanas
nos llevan a escuchar,
fuera del territorio de relojes mecánicos,
la frecuencia de Sirio y de Alioth.

La lluvia sideral es nuestra cómplice,
nos envuelve con polvo de asteroides
y nos hace mirar hacia Nashira.

Musitamos plegarias
en nuestro viaje por el cosmos.
En Arcturus bebemos la frecuencia
del Ser Humano Cósmico, sin máscaras.

Las nubes nos diluyen
en el sonambulismo de la tarde
y convierten el agua de los ríos
en magia de los púlsares
con Spica bailando en el silencio.

Oramos en lo oscuro, sin disfraces,
al contemplar el ojo consagrado
al círculo de Alcíone.

La paz nos aproxima
a las carreteras de la música
y un espacio secreto en Bellatrix
nos ayuda a soñar con los arcángeles.

Deseamos ser guerreros siderales
y ofrecer nuestro cáliz
a nuestra madre Tierra.
Para ello nos fijamos en un vórtice
que lleva Aldebarán en sus salones.

La ruta de los cuásares nos habla
de la necesidad de orientación
y Polaris actúa como brújula.

En Rigel las sibilas nos asombran
con elipses de amianto.

Un techo de cristal
limita nuestros vuelos,
pero Canopus sabe de la herida
y es como un bálsamo del alma
para las cicatrices del amor.

Línea de Vía Láctea en las pupilas,
delirios de pasión sobre la sangre.
Menkar nos acompaña en la penumbra
a través de sollozos y de lágrimas,
para encontrar la puerta de lo libre.

Sobre el lago de la muerte salimos victoriosos
a través de Regulus, su humo blanco perpetuo
en la retina amada del Aleph.


Ana Muela Sopeña

No hay comentarios: