jueves, 5 de diciembre de 2019

LICÁNTROPO DE ARENA

*
Eres entre las sombras
licántropo de arena.

Entrampas
a
las
hembras
sedientas
de
la
droga
hormonal
con tus pezuñas llenas de caricias
y tu lengua mortífera,
bífida como serpiente del sigilo.

En los espejos soterrados
de lo oscuro
he visto tus imágenes abyectas
antes de que el infierno
habitara tu herida primigenia.

Vengo de las cenizas de la sangre,
mas vivo sin el lodo
de tu ciudad tan pérfida.

Te adhieres al petróleo
mezclado con nigredo
e inundas sin cesar en tus rituales
a las víctimas atadas por las cuerdas
de una emoción antigua.

Todo será liturgia de las horas
en un volcán de cieno.

Las hienas se harán cargo de tu piel.
Los buitres insaciables
se darán un festín con tus entrañas.
Los insectos saldrán del agujero
y comerán de tus ojos sanguinarios.
Las mantis religiosas te amarán
antes de devorarte sin temor.
Las ratas rondarán tu descontento.
Todos los animales darán caza
a tu depredador de los suburbios.

Te atarán por mil años
encerrado en el abismo del horror,
para que dejes libres
a las muñecas rotas del zaguán.

Entonces, cuando todo se derrumbe,
recordarás los días
que alumbraron tu infancia en el exilio
y llorarás desnudo, sin raíces,
en la danza de bruma
de un arbusto caído por el viento.

Rezarás las plegarias
de tu niñez dormida en laberintos
y volverás a ser tan solo humano.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Albada Dos dijo...

La licantropía la asociamos a ese hombre lobo que tú ubicas en una arena mortal y que solemos imaginar en el bosque. Es como un ritual de aquelarre del que acaba naciendo un hombre-niño. Como un ave fénix, que purga su tristeza o su maldición, para acabar volando en un anueva y limpia piel.

Interesantes versos, incisivas imágenes. Un abrazo y tarde bonita.

Ana Muela Sopeña dijo...

Me gusta el mito de la licantropía aplicado a los predadores emocionales.

Aunque todos podemos ser predadores en algún momento, hay personas que lo son siempre.

Un abrazo