*
La primavera trae a mi memoria
la dulzura de un mundo sumergido
en las flores amadas de lo ido
y visiones azules de la historia.
Gira el verano siempre como noria
en medio del sendero más manido
y atrapa en su candor lo parecido
para soñar con ser dedicatoria.
El otoño nos habla ya sin velo
de la existencia lúdica y cambiante
que reside en las horas de neblina.
El invierno desliza con su hielo
una sopa caliente y humeante
en la ciudad de escarcha, en una esquina.
Ana Muela Sopeña
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