martes, 18 de junio de 2013

LICANTROPÍA OSCURA

*
Suena la alarma en calles
donde la oscuridad casi metálica
me hace recordar
a los animales de la noche.

Licántropos de niebla
me atacan por la espalda
y me dictan mensajes al oído
para que me defienda
de la depredación y de la insania.

Aullidos en la bruma
me dirigen a mundos
de espíritus errantes.

Merodeo por las plazas
y diviso noctámbulos
paseando con lluvia su orfandad.

Encarnan
el alma subterránea
de esta ciudad sin nombre.

Son ellos las metáforas
de un solitario círculo
que insondable se alza
sobre los habitantes de la urbe.

Licantropía oscura
en la hermandad del frío.
Los hombres, como lobos,
persiguen sin descanso
las matrices de loto.

Dicen que están buscando
el placer del momento,
pero lo que persiguen realmente
es penetrar el numen de la luz
para engendrar la sombra más abyecta
y que nazcan los híbridos sin ojos.

Licantropía oscura,
yo escapo de tus fauces
y me refugio en barrios de suburbios.

Deseo comprender
la alquimia de tus códigos,
tu penuria escondida
y la ecuación maldita de tu sombra.

Sombra que está quemando
las células de cobre
de todos los humanos.

La humanidad aspira a ser de cuantum
con frecuencias lumínicas de estrellas,
pero también
en las mitocondrias del genoma
anidan
los anhelos licántropos de niebla
en lucha predadora
por siglos y por siglos.

Parece una partida de ajedrez
donde las blancas tienen la estrategia
para culminar su jaque mate,
pero las negras han tomado el centro
y no quieren dejar sus posiciones.

Licantropía oscura,
la que tiembla en los goznes de las puertas
y nos lleva a abrazar
a través de la cópula
de los amantes árticos del tiempo
la fuerza involutiva paleolítica.

Bibliotecas de árboles y estrellas
con los pulsos errantes de la historia,
ampáranos con tu luz
en liturgia de besos, en los muelles,
para que los licántropos
que aúllan
y están en nuestro código genético
se transformen en lobos de las Pléyades
y sean mensajeros de otro sol.


Ana Muela Sopeña

2 comentarios:

Marila Maga dijo...

Bellísimas y penetrantes palabras. Saludos! M.

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Mari, por tu visita.

Un fuerte abrazo
Ana