domingo, 15 de junio de 2008

ABRAZO FIERO

*
A veces se sentaba
en la arena simbiótica del sueño

y veía horizontes
ardientes en crepúsculos de hembras
que estrechaban la línea de las lágrimas.

Caminaba de la mano de sombras infinitas

que siempre amenazaban, entre espectros,
con secuestrarle en grutas sin lujuria.

A veces una luz
circunvalaba el mundo de sus ojos
y permitía ver lunas en pieles
de mujeres vestidas de nostalgia.

El verbo le invitaba a su fiesta clandestina
y allí escenas de amor
se sucedían lúcidas, sin máscaras ni códigos.

A veces proyectaba el fin de su desdicha,
con el abrazo fiero a una musa palpable
o la muerte sin pánico a la historia.


Ana Muela Sopeña

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