*
Humareda en el hueco de la bruma,
donde no llegan palabras
de destrucción ni lástima.
Allí te refugias
del veneno darwinista
en las visiones ebrias, sin conjuros.
Marismas del espíritu
con dioses avistados entre niebla,
para soñar castillos
que se adivinan sin pasado.
Acudes,
con la llamada del deseo,
a un centro imperceptible
donde el vértigo azul es una guía,
para encontrar la luz como un antídoto:
contra cianuro de suicidio.
Ana Muela Sopeña
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